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lunes, mayo 12

Y que tal si elijo enamorarme.

Hace unos días (muchos días) que tengo ganas de enamorarme, o mejor dicho: de sentir por una mujer lo que uno siente cuando está enamorado (no hablo esas pelotudeces de pajaritos de colores si no de esa contracción en la pansa cuando pensas en que en un rato la vas a ver y no sabes como arrimarle el bochin).
Además, si leen entre líneas el párrafo anterior, tengo ganas de que en algunas cosas sea como cuando era chico, que sea sentido. No tengo ganas de que "aparezca una mina me la agarre un par de veces y... se fué dando", esa actitud de "superad@s" me parece una mierda vil y cobarde (si en tu vida a todas las relaciones llegas de esa manera creo que nunca te jugaste, siempre fuiste sobre camino más o menos seguro. Lo grose es estar metejoneado hasta la nuca y ahi buscar el "acercamiento mutuo" con el riesgo que supone en esa situación el fracaso -"que no te vendan amor sin espinas"-).
Tengo ganas de eso, de tener más ganas de abrazo y beso que sexo. De planear como un imbecil excusas para verla y tener pececitos en la panza cada vez que creo que se aproxima "la oportunidad" y de putearme (y, aunque duela, si hace falta volver a pegarme) cada vez que la dejo pasar.
Todas estas ideas habitan mi cabeza desde hace ya varios días, y lo extraño (ya lo he experimientado otras veces) es que uno, en cierta medida, creo que puede elegir que le pase todo eso: Hace tiempo en más de una ocasión me "enamorarme" de varias chicas que a priori me habían parcido "lindas hasta ahí" y se volvieron todo por mi proceder (no puedo explicarlo, pero creo que podría volver a hacerlo).

Ansí ando

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